Quizá la noticia más terrible este año sobre Bitcoin ha sido la resolución de la BitLicense, una licencia de uso para aquellas empresas de bitcoin que operan en Nueva York. Como sabrán, todas las empresas que decidan operar con bitcoin deberán pagar una licencia mínima de $5000 dólares para poder operar en ese Estado. Aunque ello no afecta, en apariencia, a usuarios particulares o comercios que acepten bitcoin como medio de pago, es un primer paso para intentar controlar e institucionalizar una moneda que aboga por la decentralización.
Las BitLicenses aparecen como forma de combatir las actividades ilícitas y el lavado de dinero. Sin embargo, sabemos muy bien que hay otro propósito no verbalizado: el miedo a la potencialidad de bitcoin hace que deseen controlarlo. Aunque Bitcoin todavía está en pañales con respecto a número de usuarios, ya está siendo conocido por más personas en el mundo. Así, que la estrategia de los grandes Bancos Centrales es realizar una campaña de desprestigio relacionando a bitcoin con actividades ilegales. Sin embargo, no se dan cuenta que, en realidad, la mayor parte del lavado de dinero, corrupción y prácticas ilícitas se realizan con las propias monedas fiduciarias que esos Bancos manejan.
Bitcoin no es ilegal ni está hecho para hacer actividades ilegales. Bitcoin quiere darle al usuario, por primera vez, la posibilidad de manejar su dinero sin depender de terceros. Así como Internet dio al hombre la capacidad de comunicarse sin depender de instituciones como el “Correo”, bitcoin nos ofrece las herramientas necesarias y el sistema idóneo para hacer negocios. Bitcoin no es ilegal, son ciertas instituciones las que lo está haciendo ilegal. Pero, tarde o temprano, sus intentos van a fracasar.
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