Para dos hermanos freelancers y sus familiares, percibir un salario en Bitcoin fue un alivio durante un período de tiempo viviendo en Venezuela.
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Dos hermanos venezolanos cuentan la historia de cómo trabajando por Internet cobraban un salario en criptomonedas superior al de sus padres médicos.
Roberto y Andrés son hijos de los médicos venezolanos Rosario y José Mijares. Originarios de Caracas, los hermanos crecieron junto a su familia en las zonas adyacentes a Los Chaguaramos y, siguiendo los pasos de sus padres, asistieron a la Universidad Central de Venezuela (UCV). Roberto se decantó por las Letras, mientras que su hermano Andrés realizó estudios en Economía.
Actualmente ambos hermanos y sus padres residen en el extranjero, pero durante un periodo que transcurrió entre 2016 y 2018, las criptomonedas fueron cruciales en sus vidas. En una entrevista a DiarioBitcoin los hermanos Mijares contaron su experiencia trabajando como freelancers y ganando en Bitcoin. Para la publicación de este artículo, la familia prefirió mantener su identidad en el anonimato e identificarse bajo seudónimos.
Hermanos freelancers ganan más que médicos venezolanos
Rosario y José Mijares son médicos especialistas con más de 30 años de experiencia en el sector de la salud. Sin embargo, a pesar de su amplia experiencia en el campo, por muchos años su salario fue escaso y a duras penas alcanzaba para pagar los gastos básicos del hogar.
De hecho, el padre de familia llegó a tener entre cuatro y cinco trabajos a la vez para así poder tener un ingreso competitivo para los estándares venezolanos. Entre ellos, ejercía como profesor titular de la UCV y atendía pacientes en consulta privada y consulta pública. Mientras, para Rosario la situación no era muy diferente. Tenía que equilibrar su tiempo entre su trabajo como nefrólogo en un hospital militar público y las consultas privadas a domicilio.
Era 2017 y la economía venezolana se hundía en una inflación sin precedentes que superaba el 1.000%. Roberto, el hijo mayor, cursaba el último año de carrera universitaria, mientras que Andrés estaba a mitad de sus estudios en Economía. Ambos trabajaban por Internet para empresas diferentes haciendo trabajos como redacciones, traducciones y edición de textos. Curiosamente, a pesar de que ese trabajo era considerablemente más sencillo y menos exigente que el de sus padres (además les ocupaba mucho menos tiempo), ellos percibían un mayor salario.
Durante la entrevista los hermanos expresaron que, en conjunto, podían percibir un salario cercano a los USD $ 180 mensuales, que en ese momento equivalía aproximadamente a 100 veces el salario mínimo del país. Sus padres, en cambio, percibían un sueldo considerablemente menor: alrededor de USD $ 7 mensuales en conjunto. “Mis dos papás salían de la casa alrededor de las 5:00 am y podían regresar tarde en la noche. Esto se debía a la cantidad de trabajo que tenían y a los problemas que había con el transporte público en ese momento”, comenta Roberto.
Además de estas diferencias, en cuanto al tiempo y al esfuerzo, el para entonces estudiante relata que a sus padres se les sumaba un reto adicional: la escasez de los materiales médico-quirúrgicos, que ya era una situación extendida entre las instituciones de salud del país.
Yo podía quedarme en casa todo el día y trabajar sin tener que moverme. Tenía todo a disposición, lo único que requería era una computadora y conexión a Internet y la retribución era al menos 10 veces mayor de lo que ganaban mis papás.
Salarios en criptomonedas le dieron techo a la casa
Los hermanos caraqueños además destacaron que para ambos la principal ventaja era poder cobrar en una divisa que no perdía valor frente al dólar estadounidense. De cara a la alta inflación de la moneda local, y a la dificultad de acceso al dólar estadounidense, mantener sus ahorros en criptomonedas era una ventana de posibilidades.
Además, el poder adquisitivo de ambos estaba muy por encima del promedio. A pesar de que el gobierno aplicaba constantemente aumentos de salario, el sueldo mínimo nacional durante esos años disminuyó hasta convertirse en uno de los más bajos del mundo (en relación al dólar). Era cercano a los 2 dólares mensuales.
Relatan que, primordialmente, utilizaban sus ingresos para comprar alimentos, productos de primera necesidad y atender gastos comunes de la casa. Pocos comercios aceptaban criptomonedas en ese momento, así que acostumbraban cambiar sus criptos por bolívares. Para ello recurrían a plataformas de intercambio P2P como LocalBitcoins o LocalEthereum -ahora LocalCryptos– cada diez o quince días.
En palabras de Roberto, poder contar con ese ingreso “adicional” fue un alivio para la familia, brindándoles tranquilidad durante tiempos de incertidumbre. El joven caraqueño relata que en diversas oportunidades ese dinero fue un respiro para el hogar. Recuerda que lograron reparar las tuberías, el carro y también el techo de la casa, que dejaba colar el agua con la más mínima lluvia. Destaca Roberto:
Me llenaba de optimismo. Quiero decir, de alguna manera daba satisfacción poder ayudar a mis papás y colaborar en la casa.
Entre las anécdotas, los hermanos recuerdan algunas experiencia que los marcaron. En dos oportunidades cada uno fue víctima de la delincuencia, resultando en el robo de sus pertenencias. Sin embargo, en ambos casos, los ahorros en monedas digitales les permitieron reponer los daños físicos, lo que representó un alivio para ellos en ese momento. En contraste, Andrés señala que el último salario quincenal que recibió su mamá en el hospital antes de migrar (en 2018), le alcanzó para comprar únicamente dos empanadas y un jugo.
Bitcoin: de extraño a miembro familiar
Ambos hermanos coincidieron en que, al principio, cuando empezaron a cobrar en monedas digitales, sintieron temor. Aunque por diferentes motivos. En 2016, Roberto fue el primero en empezar a trabajar para una compañía extranjera que le permitió recibir su salario en monedas digitales. Debido al estricto control cambiario que imperaba en el país, Bitcoin resultó una buena alternativa para recibir su pago.
Su temor, expresa, era el vacío legal que existía en ese momento en torno a las criptomonedas. De cara a la estricta política cambiaria impulsada por el gobierno nacional, temía enfrentar problemas ante la ley. Sin embargo, pronto se convirtió en su normalidad. “Al principio fue extraño pero luego me pareció lo más normal del mundo que hubiese un token que pudiese convertir a cualquier divisa”, señaló el joven y añadió:
Me emocionaba la rapidez del pago, la transparencia a la hora de cobrar, y particularmente encontraba interesante ver cómo fluctuaba el mercado en tiempo real, lo que me permitía establecer estrategias para aprovechar esa volatilidad a mi favor.
Mientras tanto, su hermano menor, Andrés, poco después empezó a trabajar en una empresa con sede en el país. Esta ofrecía a los empleados sueldos en activos digitales. Al respecto, el freelancer señaló que su temor inicial fue “operar con una tecnología que era completamente nueva y que yo desconocía“. Para ese entonces, Bitcoin todavía era una moneda extraña y poco usual alrededor del mundo.
Sin embargo, pronto Andrés también se habituó. Fanático de los videojuegos, el joven caraqueño se familiarizó rápidamente con la tecnología y llegó a usar e intercambiar múltiples criptomonedas diferentes, incluyendo: Bitcoin (BTC), Bitcoin Cash (BCH), Ethereum (ETH), Dash (DASH) y Litecoin (LTC).
“Mis papás aún no entienden de Bitcoin”
Durante la entrevista consultamos a los hermanos sobre la perspectiva que tenían los médicos de la casa en torno a las criptomonedas. Ellos destacaron que tanto José como Rosario manifestaron gratitud una vez que los hermanos empezaron a colaborar con los gastos del hogar. No obstante, fueron un tanto escépticos ante la idea de la tecnología y “no entendían muy bien cómo ganábamos dinero trabajando por Internet“.
No sabían muy bien cómo funcionaba y hasta el día de hoy no entienden de Bitcoin.
Roberto recuerda que incluso hubo un momento en que le presentó a su papá la idea de aceptar activos digitales en sus consultas privadas. Pero la idea nunca caló entre su familia, “pensaban que había que tener conocimientos especializados para hacer eso. No les entusiasmó“.
Con frecuencia se maneja la idea de que trabajar como freelancer significa libertad en el manejo del tiempo. Sin embargo, esta no fue la experiencia para Andrés, quien expresa que la empresa para la que trabajaba era bastante exigente, lo que, sumado a la carrera universitaria y la situación en Venezuela, significó para él un alto nivel de estrés.
Para Roberto la experiencia fue distinta, tenía más libertades en su entorno laboral y podía manejar sus propios tiempos, lo que en ese momento aprovechó para culminar su tesis de grado. Actualmente Andrés estudia en una universidad en el extranjero para terminar su carrera. Roberto está titulado y comenta que sigue trabajando por Internet aunque ya no percibe su sueldo en criptomonedas.
Si bien lo ha sugerido en sus diferentes espacios de trabajo online, Roberto señala que aún no ha encontrado otra empresa que pague en criptomonedas. A pesar de que para el momento de la entrevista ninguno de los hermanos maneja monedas digitales, ambos continúan teniendo una actitud optimista ante esta tecnología.
Actualmente no utilizo criptomonedas, sin embargo, sigo considerando que es un mecanismo valioso para inversión a futuro, y para las transacciones internacionales, así como para el envío de remesas. No las he empleado para enviar dinero a Venezuela porque mi familia no sabe usarlas; pero con frecuencia accedo a un servicio de remesas que opera con tecnología Blockchain para enviarles bolívares.
En cuanto a sus ahorros en monedas digitales, los hermanos expresaron que tuvieron que utilizarlos por completo en gastos previos a su migración. Sin embargo, Roberto no dejó de bromear al respecto: “Si hubiese guardado mis primeros bitcoins, ahora tendría varios miles de dólares. Pero no me arrepiento de haberlos usado cuando era necesario“.
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Artículo de Hannah Estefanía Pérez / DiarioBitcoin
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