Por DiarioBitcoin   @diariobitcoin

El cuento “Hal, ¿eres tú Satoshi Nakamoto?”, escrito bajo el seudónimo de EEDF, que se identificó como estudiante de nacionalidad mexicana, obtuvo el primer lugar del primer concurso de CriptoFicción de DiarioBitcoin.
***

Hal, ¿eres tú Satoshi Nakamoto?

Por EEDF / BTC 173ihPtsUBmza4DNb3FkRfRt3FkeEGn6dB

La luz azul que bañaba la habitación daba una sensación fría, pero agradable. Una lámpara de lava sobre la mesa de noche contrastaba la atmósfera con su color naranja brillante. Era exagerada la cantidad de hojas con diagramas, pseudocódigos y ecuaciones que tapizaba una de las cuatro reducidas paredes de aquel dormitorio universitario. El silencio sepulcral de todo el diminuto entorno sólo se interrumpía por el frenético tecleo que un joven asiático producía al escribir en su laptop. 

–¡Oye, Naka! ¡Te tengo excelentes noticias! –gritó Seth entrando intempestivamente al cuarto. 

–¿Me dejarás el dormitorio?

–Ja, ja, já… Aún faltan dos años para eso, ten paciencia. Lo que vengo a decirte es que obtuve un permiso increíble y tú puedes ser uno de mis conejillos de indias –respondió Seth señalando a su roommate con un ademán divertido. 

–¿Ah, sí? Dime de qué va. 

–Bueno, amigo mío – continuó con un dejo de sarcasmo–, sé que necesitas experimentar con cierto nivel de anonimato antes de lanzar tu proyecto al mundo y atentar contra el dinero fíat a nivel global.

–Sí, es correcto –afirmó Satoshi dándose la vuelta hacia Seth. 

–Pues bien, hablé con mi equipo y me dieron acceso a Quantyk.

–¡¿Qué?! –saltó su compañero al escuchar aquello.

–Justo como lo oyes, Naka. No necesitas utilizar la red Tor, eso es para cromagnones. Utilizarás nuestra red de enrutamiento…

–…cuántico –completó su amigo. 

–Así es, enrutamiento cuántico. Nada más sofisticado hablando de anonimato y cyber seguridad –prosiguió Seth. 

–¿Cuándo comenzamos? –se apresuró a preguntar Satoshi. 

Su compañero de habitación sacó de su bolsillo un pendrive. 

–Ahora mismo, si gustas. 

El joven asiático no tardó en arrebatar de las manos de su amigo aquella USB plateada. La conectó a su laptop. Seth se acercó:

–Tendrás acceso remoto a Quantyk. Debes abrir estas llaves dinámicas para acceder; cada 55 minutos debes reingresar al sistema –continuó Seth poniendo un semblante más neutral–. Naka, estamos en la fase beta de pruebas, pero esto parecer ser un completo éxito. Nuestra red es un millón de veces más segura que ninguna otra creada en este planeta. No hay agencia de inteligencia en el mundo que pueda rastrear el origen de la información de salida en alguno de nuestros nodos.

–¿Cómo lo están haciendo? –preguntó Satoshi.

–¡Uy! Información confidencial, querido amigo. Ultra confidencial, pero creo que puedo fugarte algo. –Seth se acercó al oído de su compañero y susurró: creemos que estamos logrando reenrutar bits de información a través de universos paralelos…

Satoshi se inmutó. Aunque aquello sonaba a broma tenía ciertas razones para creer que su amigo, quien había estado trabajando durante casi 4 años en aquella computadora cuántica, podría tener razón. 

–…eso hace completamente fantasma cualquier tipo de información –continuó Seth–. Los bits se traducen a qubits, aprovechamos sus estados cuánticos superpuestos y los utilizamos como camuflaje criptográfico. Al principio creímos que sólo se producía encriptación cuántica de manera básica, pero logramos encontrar pérdida de información en los estados cuánticos iniciales en los bits que son enviados por Quantyk. Eso nos hace creer que la información sale de nuestro universo mientras son enrutados de esa manera, entonces, cuando regresan a nuestro “mundo”, su origen es una completa incógnita. 

Naka permaneció callado, sabía lo grande que era todo ello. 

–Así que un gran poder…

–…conlleva una gran responsabilidad –terminó Satoshi. 

*

Dos meses habían transcurrido ya desde que Satoshi comenzó a hacer público su ambicioso proyecto de titulación, su “Cadena de Bloques”, como él mismo la había bautizado. 

–Creo que todo está listo –dijo Satoshi  terminando el último bocado de hamburguesa. 

–Cuéntame, Naka, ¿exactamente qué es lo que has hecho? –preguntó Seth sin despegar la vista de su celular. 

–He publicado ya el artículo de Bitcoin, pero lo he hecho en una lista de correo extraña.

–¿Por qué extraña?

–Nunca había escuchado sobre ella.

–¿Eso la hace extraña? –inquirió Seth enarcando las cejas. 

–Conozco la mayoría de las páginas, listas de correo y foros de criptografía, pero ésta me apareció de la nada desde que uso el enrutamiento de Quantyk. No sólo me apareció de la nada, sino que parece ser muy popular dentro de la comunidad criptográfica. 

Seth volvió la mirada hacia su compañero. Si en verdad Satoshi se había topado con una lista de correo desconocida para él a pesar de tener gran conocimiento en el tema y ser parte de una gran comunidad de programadores con las mismas áreas de interés, ello significaría que tal vez podría estar accediendo a la internet de un “mundo” diferente al suyo, pero de condiciones convergentes. 

–¿Hace cuánto existe esa lista, Naka? –se apresuró a preguntar su compañero. 

–Bastantes años como para que jamás supiera de ella. Es como si tú, con tu posdoctorado en Física Cuántica acabaras de descubrir una revista de divulgación en el área y te dieras cuenta que es de las más populares del mundo en ciencia. ¿No te resultaría extraño?

–Bastante.

–Estuve pensando en lo que me dijiste –prosiguió Satoshi–. ¿Y si me estoy conectando a una Internet que no es de este universo?

Seth sintió que su ritmo cardiaco se aceleraba. Las posibilidades de que su amigo estuviera mandando su información de manera encriptada a un universo paralelo eran relativamente altas, sobre todo por lo que estaba escuchando.

–¡Cuéntame todo, Naka! –saltó Seth un tanto exaltado. 

–Bueno, publiqué el artículo hace dos meses, después creé un blog dedicado exclusivamente a mi cadena de bloques, a mi Bitcoin, y aquí viene otra cosa extraña. Si buscas en la red normal ese blog que hice desde Quantyk, jamas lo encontrarás. ¡No existe en nuestra internet!

 Seth sentía una presión en el pecho cada vez mayor. A pesar de que él y todos su equipo sospechaban del potencial de Quantyk, no habían tenido indicios experimentales de que efectivamente pudieran estar conectándose a universos paralelos. 

–Podría seguir con la lista de cosas anormales descubiertas con Quantyk –siguió Satoshi.

–Naka, cuéntamelo todo –dijo Seth sin vacilar. 

–La persona que se ha mostrado más entusiasmada con el proyecto Bitcoin se llama Hal Finney, tanto él como yo somos incapaces de encontrarnos en ninguna red social, es como si nos tuviéramos bloqueados, sólo nos podemos comunicar por correo y, por supuesto, el correo que uso a través de Quantyk. Hoy correremos oficialmente el software de Bitcoin

Seth no podía con la emoción de todo lo que había escuchado. Parecía estar mucho más excitado por la noticia que el mismo Satoshi. 

*

Era 12 de diciembre de 2010, a casi dos años del lanzamiento de la primera cadena de bloques del mundo, Bitcoin; sin embargo, la intriga de la información que Satoshi filtraba hacia un supuesto universo paralelo seguía latente y bajo estudio. Seth había publicado ya 6 artículos relacionados con las proezas de Quantyk y, a pesar de todo eso, el presupuesto que tenían para el proyecto estaba a punto de agotarse. Mantener una computadora cuántica de ese calibre gastaba sumas millonarias, y por el escepticismo del gobierno de que realmente estuvieran haciendo lo que prometían, el recorte de presupuesto vio obligado al equipo de Seth a suspender al proyecto “Quantyk” de manera indefinida. 

–Lo siento amigo.

–Descuida. Era algo que había previsto y por ello mandé todas las instrucciones necesarias –contestó Satoshi.

–¿Qué pasará ahora con Bitcoin? –preguntó Seth mientras tomaba una silla. 

–Pues está siendo un éxito.

–Un éxito en ese universo.

–¿Te olvidas de mi plan A?

–¿Usar la red Tor y lanzar Bitcoin aquí? –preguntó Fynn dibujando una ligera sonrisa. 

–Pues ya vimos que ha sido un gran proyecto en otro universo, debería serlo en éste también, ¿no?

*

Un año había transcurrido desde que Hal Finney recibió el último correo de Satoshi. Parecía ser ahora él responsable del rumbo que pudiera tomar la tecnología de la que había sido partícipe mediante e-mails. Su bandeja de entrada se había llenado. Abrió uno de los múltiples correos que había recibido ese día:

“HAL, ¿ERES TÚ SATOSHI NAKAMOTO?”

Finney no tenía la menor idea de porqué Satoshi había desaparecido de esa manera. Ahora debía informar a la prensa que las especulaciones sobre su verdadera identidad eran simplemente eso, especulaciones. Pero lo cierto era que ni él mismo sabía porqué se había esfumado el creador de la mayor tecnología de la década.

FIN


Cuento ganador del 1er lugar del primer concurso de CriptoFicción de DiarioBitcoin

Aquí puede ver la transacción Bitcoin con el valor del premio.

$100 enviados via BTC

Si le gustó el cuento y quiere darle una propina al autor o autora puede hacerlo a esta cartera:

BTC 173ihPtsUBmza4DNb3FkRfRt3FkeEGn6dB


Y si Ud. se anima a publicar un cuento para nuestra sección CriptoFicción, en esta planilla puede hacerlo. Es importante saber que todos los cuentos participantes pasan por un comité de selección y edición, para garantizar la calidad de los textos.

Imagen de Unsplash

ADVERTENCIA: Este es un artículo de carácter informativo. DiarioBitcoin es un medio de comunicación, no promociona, respalda ni recomienda ninguna inversión en particular. Vale señalar que las inversiones en criptoactivos no están reguladas en algunos países. Pueden no ser apropiadas para inversores minoristas, pues se podría perder el monto total invertido. Consulte las leyes de su país antes de invertir.